Me gustaría sudar la pena,
rezumarla como una cueva rezuma el agua.
Expulsar el veneno
tras mirarte a los ojos
y beberme tu piel,
lluvia fina que contiene el antídoto.
Cargar como Atlas una pesada carga,
y llevarla y llevarla
y por fin, cuando llegues,
caerme rendido a besarte los pies,
a besarte la cara
y morir en tu regazo.
Necesito una condena me digo,
una que purifique y recree,
que rebrote mi tierra podrida.
Porque hoy he decidido
que seré contigo sin guía,
o no seré.
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