Como una especie de Dafne y Apolo
amándose en el último segundo
antes de que ella fuera árbol fecundo,
así nos besaremos, entre gladiolos.
Te rodearé de polo a polo,
entre mis largos brazos verecundos.
Tú asirás mi cuerpo errabundo
con la fuerza de tus manos tan sólo.
Y pasarán entonces eones, eras.
Un universo de vida en cada beso,
un segundo, una vida entera.
Nada de abuso, nada de exceso,
tan sólo labios como la vez primera;
amor y tus labios jugosos, sólo eso.
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