Mar cobrizo

Mar cobrizo, ligero al viento
que cae sobre tus hombros menudos
y agita embravecida los nudos
que me ataban a la cordura; miento.

Ya estaba loco mucho antes, lo siento
quizá no hable y parezca mudo
pero callo para escucharte y, rudo
y terco porque no hablas, te beso y tiento

al destino en el que no creo pues
si comienzo a recorrerte, caeré rendido
aún más si cabe, y comprobarás después

que si yo caigo tu corazón estará perdido
porque no cesaré hasta conseguirlo y si es
posible nadar en ese mar ora crecido.

Destinidades


No creo en el destino. Pienso que no tiene ninguna razón de ser. No tiene sentido creer que nuestro futuro esté ya escrito y no podamos luchar contra él de ninguna forma. Es como si pensaramos que la vida ya esta hecha y ni tu ni nadie puede hacer nada por remediar lo que te va a ocurrir a lo largo de ella.
Ahora bien, tampoco creo en las casualidades. Cuesta creer que toda nuestra vida dependa del azar y de la suerte que poseamos o no. Es algo realmente extraño. Se podría considerar que la vida es un gran juego en el que nos puede tocar la china o no. Cosa que no es cierta.
Yo creo en algo que no existe y por ello no tiene definición ni nombre aceptado. Pero estoy plenamente seguro que es un concepto que resume totalmente mi actitud hacia los designios de la vida. Creo en las distinidades. Se podria definir como casualidades que ya estan planeadas por quienquiera que escriba el destino. Pero como ya digo, es un termino inventado asi que esta definicion deberá ser pulida con el paso del tiempo.
Pero por lo pronto es algo con lo que me conformo hasta que alguien invente un mejor termino.

No volveré


Recitemos todos juntos al compás de dos por cuatro: No volveré, no volveré, no volveré
La cuestión que se nos presenta entonces es: no volveré a qué?
Todos sabemos que por mucho empeño que pongamos y mucho afán que tengamos nunca, nunca conseguiremos dejar de hacer algo que en realidad amamos profundamente y que sin eso no seriamos como somos ahora.
Si se nos presentara la ocasión para dejar de hacer algo sin dolor y sufriemiento, estoy convencido que nadie en absoluto querria tomar parte de ese sistema, ya que algo, dentro de nuestra naturaleza autodestructiva nos empuja a hacer cosas que sabemos que no nos harán ningun bien.

La verdad es que somos idiotas. Muy idiotas. Y somos felices con ello.
Que remedio.

Bye


¿Puedes leer esto bien?Espero que si, tan solo para que te des cuenta de que no todo es lo que parece. Aunque reluzca, no tiene por qué ser oro.
Esto no es un reproche, mas que nada porque si hay algo que reprochar sería a mi. Simplemente es un recordatorio para el futuro, para que cuando quieras que algun colgado de la vida se dedique a hacer algun acto fuera de lo común, que sepas que no quedara ni rastro.
Me habré evaporado como tu lo hiciste una vez. Y lo haré, no por rencor y por venganza, si no porque ya no me apetecerá esperarte más.

Disfruta de tu pasaje al Polo Norte.Yo disfrutaré de mis pingüinos

¿Caminamos?


Se supone que lo único que tenía que hacer era continuar por el sendero que tus huellas dejaban. Me aparté, es cierto, seguí por el camino que no era; en parte porque tu cada vez dejabas menos impresiones en el suelo, en parte porque a mí, en mi egoismo, nunca me gustó llevar brújula. Aún así tu tampoco te esforzaste en buscarme cuando me hallaba perdido. Lo cierto es que ni siquiera comenzaste la búsqueda, lo cual me demostró de que pasta estabas hecha. Pero a pesar de todo, yo continué buscando como un poseso el funesto camino, que no aparecía por ningún lado. Parecía un camino fantasma, a veces con mis actos aparecía y se mostraba en todo su esplendor; pero otras desaparecía por arte de birlibirloque y creo que era debido a tus actos. Cuando al fin conseguí que el camino estuviera quieto, resultó que estaba cortado. Tu habías decidido que no querías seguir andando y partiste volando hacia la capital de un Imperio. Yo me quedé solo, muerto de miedo en medio de la penumbra, tan solo iluminado por el aura que me habias transmitido durante el tiempo que habíamos caminado juntos, y que a cada segundo se mostraba más pálida. Ahora vago y divago sin rumbo, pues sin ti ya no hay camino.