Mi bien leído Valle-Inclán decía, ya en su época, que hacía falta deformar la realidad de manera que esta se nos hiciera comprensible; habida cuenta que a la gran mayoría se nos escaparía "el trágico sentido de la vida" si no fuera de este modo.
Últimamente, vagando por las callejuelas árabes, leyendo la prensa o simplemente escuchando, es posible ver la deformidad sin necesidad de ese espejo cóncavo y/o convexo. La sociedad, definitivamente, se ha tornado esperpéntica: ancianos ansiando la juventud que hace tiempo que se les escapó, niños presos de la esclavitud de la madurez impuesta, la denostada generación ni-ni... (sic)
Gracias, de todo corazón, amados conciudadanos.