Tedio




Debería estar cansado de tus manos en mi pelo, de tu sonrisa nacarada, de tus besos sin receso, de tus tobillos hipersensibles, de tu risa irrefrenable, de tus pasos torpes, de tu mirada furtiva, de tus orejas en mis dedos y de tu ilusión por el cambio.

Sin embargo, y aunque lo intento, inexplicablemente me gusta más, una atracción enfermiza me aboca a ti, sin remedio.

Ondeando


Aún ondeo. Me mezo como la ropa en el tendedero, sin orden ni concierto. Doy algún traspiés que otro y acabo hundiéndome en mi propio fango. Sucumbo ante el poder mi creciente dipsomanía y me embarco en un viaje del que tardaré tiempo en volver.
Sin embargo, lo que más me asombra de toda esta situación de la que no alcanzo a comprender ni la mínima parte es que tú continúes impertérrita, con una sonrisa que descubre todos y cada uno de tus dientes.