Viajero de ferrocarril (IV)

...Les explicó que los había estado estudiando porque vivía justo frente a ellos en otro edificio. Les preguntó que si estarían dispuestos a hacer un trato: se intercambiarían durante una semana, ella viviría en el piso con el chico, y la novia viviría en la de enfrente. Él, sin pensarselo, había dicho que sí, fruto de su insaciable apetito sexual, por otro lado tan común en cualquier hombre. Su ya ex había montado en cólera, le había echado de casa y no le había permitido entrar de nuevo.
Ahora sin embargo estaba de pie, caminando con dificultad por los vagones para evitar caerse, dirigiéndose hacia el vagón-restaurante para saciar, en lo medida de lo posible, su hambre. Allí vió que estaba la revisora, observándole. Maldijo su suerte, pues ahora tendría que recatarse a la hora de comer. Mientras pedía un café y algo de bollería, su empleada de Renfe se le acercó y colocó la mano sobre su rodilla cuando le susurraba al oído...




(soy el maestro del suspense eh? :D)

1 comentario:

Anónimo dijo...

yy...?? siempre y e y, siempre me dejas diciendo: ¿y..?. Una prosa excelente, fluida, sin trompicones ni traqueteo como el del caballo de hierro con las traviesas de la vía. Oh prosa, yo te escribiría. Pero yo no fluyo, fabrico presas bien encajonadas de palabras, y dosifico.



AMA