Nada claro

Ya no puedo querer lo que antaño,
yo no soy igual, tú ni siquiera eres;
te fuiste cual vïento, sin deberes
y yo ora me voy causandote daño.

Impregnado de la pasión yo taño
la flauta de la distancia entre seres
que nos alejará a nuestros quehaceres,
nos encerrará en nuestros rebaños.

Vendré a mi vida casi olvidada,
que por un tiempo dejé murïendo
por acto de tus manos desolladas

y volverás aunque lo niegues, sonriendo
rauda y veloz, como si desbocada
al camino donde estabas viviendo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"ha vuelto la poesía, ha callado la cotorra y ahora solo se escucha el silencio del águila".

El rey burgés, Azul..., de Rubén Darío.

Te lo recomiendo.



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