
Últimamente me siento irremediablemente abocado a pensar que la ironía domina el mundo.
Lo irónica que es la Vida, como si se riera de nosotros, mostrándose todopoderosa y alevosa.
Si los cactus, secos, estériles y mortecinos florecen, ¿qué más puedes esperar? Los mineros, tras décadas intentando escapar de las entrañas de la tierra, vuelven a ella irremediablemente, como si una mano negra se ensañara con ellos. No deja de ser irónico también que la pitera común, antes de morir, dé una flor de 10 metros, a modo de despedida.
Me limitaré a decir, en favor de ella, que por trágica, malévola, estúpida o irreflexiva que sea, la Ironía consigue que una sonrisa asome, una sorpresa que alivia, mínimamente, sí, de la carga que nosotros, herederos de Atlas, debemos soportar.
Ironías de la vida, hoy cumplo 100 entradas, 53.222.400 segundos de pensamientos e ideas.
Gracias