
Nazco, crezco, me reproduzco y me matas.
Y yo, animal de mí, ser irracional guiado por mis instintos, me embeleso, persigo tu rastro, olfateo, te encuentro, muerdo, araño, pruebo la carne, tu débil carne.
Y aprovechas mi frenesí para matarme, lentamente, como un virus que destruye poco a poco cada una de tus células.
Pero, !ah¡ infinita misericordiosa, ese lento homicidio se contrarresta con la vida que me das a cada beso, con cada caricia, en cada instante.
4 comentarios:
Simplemente genial.
Me encanta la fuerza que tienes en textos que en apariencia son suaves :D
Apabullante, que destellos tan cegadores de cruda VERDAD.
Cuan doloroso es volver a vivir instantes del pasado al leer tus precisas y UNIVERSALES notas ling¨¨u´´isticas.
Gracias Pablo
He vuelto a leerlo.
Ha vuelto a gustarme, quizá más aún.
Y he tenido que volver a dejar constancia de ello:)
Publicar un comentario