Sobrevolábamos los Alpes. Puede que estuvieramos aislados, pero un frío me recorrió toda la espalda. Estaba aterido. Busqué el origen de ese helor. Y lo hallé en tus ojos, océanicos, que helaban. Eran una mirada al infinito, casi mortecina. Como si el candor que poseyeras se hubiera esfumado de un soplo. Te inquirí, pero no encontré más que silencio. Llorabas, pero por lo gélido del ambiente eran ya cristales de hielo. Di entonces con la clave. Te besé fuerte, en la comisura de los labios, y un rubor ardiente incendió tus mejillas y de repente el frío se tornó en calor agradable.
-¿Por qué has tardado tanto en hacerlo?.
-Temía que no lo quisieras.

3 comentarios:

madammmmmm.e dijo...

Qué bobobonito!!!!!!!!!

brevedaddelosdias dijo...

el texto me gusta mucho,pero más la foto..donde es?

pra cuando ese corto?

p.D: y yo tu chorizo

kamikaze. dijo...

Precioso
y la foto también.