
Debería estar cansado de tus manos en mi pelo, de tu sonrisa nacarada, de tus besos sin receso, de tus tobillos hipersensibles, de tu risa irrefrenable, de tus pasos torpes, de tu mirada furtiva, de tus orejas en mis dedos y de tu ilusión por el cambio.
Sin embargo, y aunque lo intento, inexplicablemente me gusta más, una atracción enfermiza me aboca a ti, sin remedio.